La herencia

¿Cómo, qué no te gustan los lunes, qué debería ser ya viernes, qué la semana es muy larga, qué…? Claro, claro, mucho mejor es desperdiciar un día de la semana que no echarle casta y tirar fuerte para arriba con él, que es mucho mejor “meter riñones” que “meter la cabeza debajo del ala”. Pues eso, al lío con el lunes.

Déjame que te cuente una pamplina que me paso el otro día mientras controlaba los movimientos del ser más maravilloso que hay en la faz de la tierra, exacto, el camarero de un tabanco.

Hablaban dos paisanos sobre algo tan bonito y agradable como el “Impuesto de sucesiones” – da miedo hasta escribirlo- cuando el camarero que reinaba detrás de la barra se gira, deja la botella de amontillao sobre la mesa, se quita las gafas de cerca y suelta un lapidario “lo verdaderamente importante de una herencia ni lleva impuestos ni los llevará”.

Bien ahí, reflexión que pide mármol y sitio prioritario en cada plaza de mi pueblo.  Lo dijo todo: déjate de cortijos, déjate de casas en la playa, déjate de acciones del “Banco Nacional de por ahí te quiero ver Maribé”, déjate de pamplinas y quédate con lo verdaderamente importante…

¿Qué qué es lo “verdaderamente importante”? Pues esas cosas que ni se pueden ingresar en un banco, ni se pueden empeñar, ni se pueden valorar, exacto, todo aquello que es y será nuestro para la eternidad…Los recuerdos.

Recuerdos. Recordar el olor a la colonia de tu abuela es oro líquido libre de impuestos. Que se pare el mundo; te acercas a esa plaza donde tu tía Mari -todos tenemos una tía Mari que te mimaba y quería como al hijo que nunca tuvo- te llevaba de la mano para jugar al fútbol entre naranjos y uniformes de colegio…Y todo eso querido amigo sin impuestos.

No hay impuesto de sucesión que pueda con la medalla de la Hermandad de la familia, la túnica de tu padre está libre de toda tasa imponible, de todo menos del alma que llevará dentro eternamente…Y eso querido amigo vale más que todos los brillantes que existan en el mundo.

¿Has pensado cuanto vale cerrar los ojos y pensar en esa Semana Santa de cuando todo se veía con la bendita simpleza de la niñez? Impagable, viajar en el tiempo cuando uno quiere…Impagable.

Que todo al final se gasta, todo menos los recuerdos. Que es mejor vivir que ahorrar, que si piensas dejar algo que sean esos buenos recuerdos libres de impuestos…Buenos momentos exentos de IBI y escriturados con el sístole y díastole del cariño.

Sonríe, seremos recuerdos libres de impuestos ¡Ole! Que nadie les podrá poner un % a las sonrisas que dejemos, no seremos moneda de cambio para compensar descuadres económicos…Y es que la vida eterna es simple y llanamente eso: Una vida llena de raciones de sonrisas.

FELIZ LUNES. FELIZ SEMANA. FELIZ PRECUARESMA.

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