El Señor de la Vía Crucis marca de nuevo el camino hacia la Cuaresma

La nube de incienso, la oscuridad y el silencio se conjuraron un año más en San Francisco para marcarnos de nuevo el camino hacia la Cuaresma. La hermandad de las Cinco Llagas trasladó al Señor de la Vía Crucis a su altar, donde recibirá culto en los próximos días, y lo hizo con las pinceladas propias del tenebrismo de Caravaggio elevado a la máxima potencia.

La imagen, una de las devociones más importantes de la ciudad sin duda alguna, abandonaba la Capilla del Voto y avanzaba por la nave central de la iglesia de San Francisco, acompañado por los hermanos de la corporación que portaban cirios blancos. La Coral Polifónica San Dionisio Aeropagita ponía el broche a tan solemne acto con el rezo cantado.

La corporación de San Francisco celebra desde hoy su tradicional Quinario a la talla del imaginero valenciano Ramón Chaveli, tras un traslado que sigue sobrecogiendo a cuantos se acercan a contemplarlo, más aún si cuando el Señor es colocado en su altar, los aromas de la Cuaresma se aceleran, recordando que dentro de poco, menos de lo que parece, estaremos besando sus manos el Miércoles de Ceniza.

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