Sin duda alguna, el término “idiosincrasia” se está convirtiendo en uno de los vocablos más usados de un tiempo a esta parte por mor de una controversia, ya recurrente en el seno de las cofradías de la madrugada del Viernes Santo, en la que chocan los intereses contrapuestos de las hermandades de Las Cinco Llagas y El Nazareno.
Una porfía que se centra en la agrupación musical que abre el cortejo de la de San Juan de Letrán, puesto que la misma, debido al usual orden de paso de las corporaciones por la carrera oficial, suele ubicarse tras el palio de María Stma. de la Esperanza, circunstancia que altera el corte sobrio de la de San Francisco.
En este sentido, y de cara a la Semana Santa de 2017, la Unión de Hermandades resolvió dicha problemática estableciendo que se guardara un margen de diez minutos entre las andas de la dolorosa y la mencionada banda, solución que a la postre no ha terminado de convencer a los miembros del ‘Silencio Blanco’.
No en balde, tras haber recogido 16 firmas entre los hermanos mayores, Rafael Cordero Jáen, máximo dirigente de Las Cinco Llagas, reclamará la eliminación del citado acompañamiento musical en un pleno extraordinario que se desarrollará el próximo 1 de marzo y que se basará en otra asamblea que tuvo lugar hace 12 años, en la que se prohibió a las hermandades que llevaran formación alguna al inicio de su comitiva desde el palquillo hasta la catedral -con independencia de las primeras cofradías de cada jornada-.
La Hermandad del Nazareno, por su parte, sostiene que la banda que antecede al séquito morado de Jesús forma parte de la impronta de la corporación, toda vez que se conservan documentos que datan su presencia en el desfile procesional desde el año 1921. No obstante, sí que existe un precedente con respecto a un cambio de posición del colectivo musical en el cortejo, dado que entre 2003 y 2009 se situó a continuación del titular cristífero y puso sus sones a la devoción del siglo XVII.
