Santiago no tendría razón de ser sin el Prendimiento y viceversa. Un barrio y una devoción indisolublemente unidos y que ayer, en la procesión extraordinaria que conmemoraba el CXXV aniversario del restablecimiento de las Reglas de la cofradía del Miércoles Santo, volvió a quedar patente.

Desde mucho antes de la apertura de la puerta principal de la Iglesia Parroquial de Santiago el Real y de Refugio el ambiente era de día grande. Se palpaba en las calles y en las casas del barrio extramuros. No faltó la presencia de Monseñor Mazuelos, quien dirigió las preces previas a la salida procesional.
Y desde el momento que rechinaron los cerrojos del postigo, esa firme unión se manifestó por las calles de un recorrido que rememoraba la historia de la Hermandad del Prendimiento, sobre todo cuando visitó la sede canónica de la Hermandad del Amor y se encontró con su antigua dolorosa -la impresionante talla de la Virgen de los Remedios- vestida para la ocasión de forma exquisita. La rueda de la historia es caprichosa y a veces da giros que cuestan entender.
Y de la collación de San Juan a San Marcos y desde el templo del evangelista a La Victoria, donde la Hermandad de la Soledad dispuso a la dolorosa de José Fernández Pomar en la misma puerta del templo. Allí, ya de madrugada, las plegarias a Nuestro Padre Jesús del Prendimiento y a María Santísima del Desamparo se convirtieron en uno de los grandes momentos -así lo entendió el público congregado- de una procesión extraordinaria donde tampoco faltó la saeta.

Destacar, también, el acompañamiento musical en ambos pasos, ya que tanto la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder de Granada como la Banda de Música de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Rota ofrecieron un extraordinario repertorio.