Tal y como publicábamos este lunes, el obispo de Asidonia-Jerez, monseñor Rico Pavés, recibió ayer, por separado, al presidente de la Unión de Hermandades de Jerez, José Manuel García Cordero, quien acudió al palacio episcopal acompañado de algunos miembros de su Consejo, y al hermano mayor de la Hermandad de la Sagrada Cena, Manuel Muñoz Natera, quien también estuvo acompañado por dos miembros de su junta de gobierno.
El objetivo de ambas reuniones fue comunicar a ambos dirigentes el resultado de la investigación que se ha llevado a cabo sobre los hechos acaecidos en la jornada del Lunes Santo de 2025 y depurar responsabilidades al respecto. Ambos encuentros, según expone el obispo diocesano, discurrieron en un clima de escucha, franqueza, respeto y sentido eclesial.
Desde el Obispado de Asidonia-Jerez han querido dejar pasar el tiempo para que la distancia temporal ayudara a serenar los ánimos y permitiera escuchar mejor a las partes afectadas. Sin embargo, según palabras del propio obispo, han constatado con tristeza que siguen los cruces de acusaciones, las amenazas y los anuncios de posibles denuncias y sanciones.
En el curso de las conversaciones mantenidas este lunes, monseñor Rico Pavés compartió con los presentes su preocupación por la existencia de dos prácticas que, según su opinión, actúan como verdaderos virus que dañan muy gravemente la vida de las hermandades y cofradías: la murmuración corrosiva y la judicialización de los enfrentamientos entre hermanos. Incluso señaló a algunos medios de comunicación (redes, blogs, canales digitales, etc.), afirmando que «a la vez que prestan un servicio positivo imprescindible para la buena relación entre las hermandades y la sociedad, se convierten a veces en altavoces de un enfrentamiento despiadado, agrandando problemas que deberían solucionarse en el ámbito discreto del diálogo personal y provocando daños a la buena fama de las personas». Junto a esto, el obispo de Asidonia-Jerez expuso que se está generalizando el recurso abusivo a las denuncias en sede judicial de hechos que tendrían que resolverse en el acuerdo cordial entre miembros de la misma hermandad o de otras hermandades. El daño que provocan estas prácticas, según D. José, «lo padecemos todos y, de forma muy especial, las hermandades y cofradías».
Sobre el fondo de esa preocupación, monseñor Rico Pavés ha amonestado a título personal al presidente de la Unión de Hermandades para que las decisiones, como la tomada el Lunes Santo autorizando cambios a las hermandades que realizan estación de penitencia, se tomen siempre en total sintonía y fluida comunicación con la Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías. Asimismo, el obispo diocesano insta a los hermanos mayores de las cofradías que se vieron perjudicadas por esos cambios a que, evitando toda confrontación, sigan trabajando con igual entrega tanto por su hermandad como por el bien común que todas las hermandades han de custodiar.