La Iglesia de la Victoria no es su sede, sino un ‘romance’ temporal. Apenas tres días después de llegar a ella, los cofrades de Bondad y Misericordia debían salir de allí a hacer protestación pública de fe y con el firme objetivo de realizar estación de penitencia en San Juan de Letrán, pese a las vicisitudes encontradas en el camino. Del lugar donde son acogidos como en casa a otro que, si no lo es, se le parece mucho.
El Señor de la Bondad traspasaba el dintel de la puerta de La Victoria en una soleada y calurosa tarde, acompañado por un cortejo nada desdeñable para una corporación que sufre el exilio y que cuenta con algo más de 3 años de vida como hermandad.
San Juan sonaba rotunda tras el paso sobre el que se estrenaba la imagen de Judas, obra de Ana Rey y Ángel Pantoja, que se suma a los apóstoles Pedro, Juan y Santiago, también de ambos autores. Sonaban ‘De vuelta al Porvenir’ y ‘Virgen de la Hiniesta’ en la salida de la cofradía, que rápidamente tomaba dirección a la que siempre será su casa, el Hospital San Juan Grande.
Allí, los cofrades del Jueves de Pasión revivieron estampas no tan lejanas en el tiempo. Los ancianos e impedidos esperaban la llegada del Señor para, posteriormente, verlo marchar hacia su barrio.
Tras el paso por Santiago, Chancillería y Porvera, llegaba la hora de la estación de penitencia en San Juan de Letrán. Ahí, nuevo enclave que tomar como hogar para Bondad y Misericordia. La corporación madrina de la cofradía hospitalaria, la Hermandad del Nazareno, recibió de nuevo al Señor en sus entrañas, con Jesús y la Virgen del Traspaso como testigos. Un momento cumbre en la Cuaresma jerezana por el significado histórico que tiene el arropo de una cofradía de siglos a otra que ni siquiera llega a la década de edad.
De allí camino corto hacia La Victoria, lugar de inicio y final de la estación de penitencia, a donde llegaría con ‘El Sirviente de la Gloria’. No permanecerán mucho más tiempo allí, pues el Domingo de Ramos por la mañana el Señor abandonará de nuevo su sede provisional para retornar al Santuario de San Juan Grande. Un nuevo pistoletazo de salida al sueño de recuperar un sitio en el que estar cerca del Señor.