Un Miércoles Santo cargado de detalles

La de ayer fue una jornada donde los detalles tuvieron especial protagonismo. Algunos de ellos, por lo efímero, solo pudimos contemplarlos los que, en el momento preciso, nos encontrábamos en el lugar.

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La Hermandad del Prendimiento, después de doce años, volvía a efectuar su salida desde la Iglesia Parroquial de Santiago. Allí, justo cuando el paso de misterio presidía el dintel de la puerta principal, Juan Montero tocó el llamador con el pañuelo de lunares que la cuadrilla de costaleros había regalado al Pregonero. Después, hizo lo propio Ildefonso Rubio en el palio. El pañuelo permaneció ya todo el recorrido detrás del llamador del paso de palio de María Santísima del Desamparo.

Eran, aproximadamente las cinco y media de la tarde, cuando el paso del Soberano Poder llegaba a la calle Santo Domingo. Raúl Rodríguez detiene el paso y los monaguillos que preceden al Señor del barrio de La Granja empiezan a pedir, junto al sacerdote que los acompañaba, por los niños que no pueden estar con ellos y por todos los enfermos. Un Padrenuestro al Señor, un Avemaría a la Santísima Virgen de las Mercedes y el Gloria llenaron este momento cargado de emoción.

Pasaba el Señor de la Salud por la calle Consistorio. Detrás, antes del río devocional que cada Miércoles Santo lo acompaña, penitentes portando cruces. Uno de ellos, justo al pasar por un palco en el que había una señora con un turbante en la cabeza para ocultar la pérdida de su pelo por una maldita enfermedad, le entrega su rosario. La señora lo cogió con fuerza. La emoción llenó ese rincón por unos instantes.

Detalles que dieron contenido a un Miércoles Santo y que llenaron de lágrimas las mejillas de este cronista. Otros se producirían -estoy convencido- en las hermandades del Consuelo, Santa Marta y Amargura. Detalles que emocionarían a las personas que, en el momento preciso, allí se encontraran.

Y es que esta jornada -una de las grandes de nuestra Semana Santa- llena de sentimiento los corazones de todos los cofrades. Sentimientos que se hicieron saetas en la voz de Joaquín el Zambo o Luis Lara en la plaza Rafael Rivero, sentimientos que sonaron a Amarguras en la plaza de las Angustias, sentimientos de un Jerez de otros tiempos al ver pasar a la Hermandad de Santa Marta por la calle Justicia, sentimientos de “Mater Mea” por Bizcocheros, sentimientos de confraternidad al paso del Soberano por San Juan de Letrán y los sentimientos de los cientos y cientos de devotos que imploran salud al que mora en San Lucas.

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