Hay caminos, muchos caminos, pero déjame que te hable hoy de uno formado por teselas de adoquines que llevan a la misma GLORIA.
El camino del que te quiero hablar serpentea por mi barrio como serpentean los ríos por la memoria. Camino lleno de GLORIA que va aparar a los pies de Ella, camino lleno de niños que te arrastran de nuevo a esa red de fondo que es la mano de una madre.
Cada adoquín que forma ese puzzle está lleno de “porqués” contestados con esa respuesta tan bonita que es el olor a nardos recién puestos por el cariño de una abuela.
Andar por este camino es recuperar una vida que creías perdida. Andar por este camino es recuperar las treinta monedas de plata por el que un día mal vendiste parte de esa esencia que tiene ser de pueblo.
Nuestra Señora de Montemayor es la esencia de este camino que sabe a la GLORIA, a la misma GLORIA de encuentros y despedidas que nunca terminan por despedirse del todo.
Hasta el cielo tiene aromas de Moguer cuando uno se acerca a hablar con Ella. Cielo pespunteado en verano por vencejos que recuerdan las idas y venidas de Platero, aire que llena los pulmones con más suspiros que cualquier otro cielo.
No creas que lo sabes todo si no has andado por este camino. El camino que te subraya lo que fuiste y lo que serás, el camino que deja a un lado la percha cargada de preocupaciones y que agarra con las dos manos esa bendita forma de entender la vida que es la familia.
Cada adoquín que andamos es un escalón más que nos acerca a la GLORIA…esa GLORIA que es saber que la Madre de Dios es también nuestra madre.
¡VIVA LA VIRGEN DE MONTEMAYOR CARAMBA!