Ha sido un camino duro. Duradero, eterno, perdurable. La Semana Santa llega a su fin. Lo estábamos deseando. Hoy, cuando llegue la noche, tocará abrir los sentidos y soñar con una nueva Semana Santa, esa que está llena de aromas, de sonidos, de gustos, de imágenes y de texturas.
Hubiéramos podido disfrutar de cinco cofradías en el epílogo de la Semana Santa según Jerez.
Una jornada en la que no podremos ver al Cristo de la Expiración salir de San Telmo ni disfrutaremos de La Exaltación por la calle Tornería o por su paso por el puente de la calle Arcos. Tampoco veremos a la Hermandad de Loreto por las calles del barrio de San Pedro, ni a La Soledad por Pozuelo, Latorre, Tornería y, sobre todo, Porvera. Menos aún, el final de la Semana Santa en la Real Capilla del Calvario con la Hermandad de la Piedad, obligada cita para los nostálgicos.
No veremos nada de esto. El COVID-19 nos ha despojado de la Semana Santa que nos gusta sentir. Sueñen con la de 2021. Háganlo, por favor.