Los hermanos de El Consuelo aprobaron ayer por unanimidad, en el Cabildo Extraordinario celebrado en la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, el diseño de las nuevas caídas y el techo de palio para su dolorosa titular, trabajo que ejecutará el jerezano Fernando Calderón, bordador que ha llevado a cabo el boceto de todo el conjunto, reflejando el romanticismo decimonónico.
Para estos trabajos, la cofradía del Miércoles Santo ha adquirido varias piezas al anticuario Jacobo Linde, que ofrecerán una impronta romántica con las nuevas incorporaciones decorativas diseñadas.
Como se puede observar en las pinturas del diseño, obra de Nuria Hurtado, son muchas las características que encasillan el conjunto en el siglo XIX, como las bambalinas de cajón, los trazados rectilíneos entremezclados con ornamentación vegetal. Todo el conjunto va sobre una base de tejido de terciopelo de seda azul noche, con terminación de fleco de canutillo con tirabuzones intercalados, y los borlones de tocón o catedralicios con el mismo fleco.
Las caídas de palio exterior presentan en la parte central un sol con resplandor, motivo decorativo que también nos retrotrae al siglo XIX, soles también extraídos de los bordados antiguos adquiridos por la cofradía, y que arropan toda la ornamentación. Los soles han sido motivos decorativos muy usados en el arte sacro a lo largo de la historia, asociados a la figura de la Virgen Maria Inmaculada. Es símbolo de “electa ut sol” (tan brillante como el sol) porque, según la tradición, es la única y privilegiada fuente de luz, capaz de engendrar a su hijo Jesucristo, quien a la vez es luz del universo.
El contenido de la parte central del sol delantero exterior representa el anagrama de María del escudo antiguo de la cofradía. El sol de la parte trasera exterior contiene el corazón llameante alado que hace alusión a Nuestro Señor del Amparo. Los soles de los laterales contienen la fuente de la fe y un barco de vela que hace alusión a la tradición marinera del siglo XVI, donde los marineros que partían a las Américas se encomendaban a la Virgen de Consolación.
La parte interior de las bambalinas es más minimalista, fragmento que hace el conjunto elegantísimo y sobrio a la vez, con un simple salpicado de soles en distinto tamaño y diseño, y arropado por el mismo festón de contorno exterior. Dentro de los soles más grandes de las bambalinas delantera y trasera se hace alusión al Espíritu Santo -la trasera con la paloma con destello y la delantera con las lenguas llameantes de fuego-. Los soles interiores grandes laterales recogen la escenificacion de las letanías Torre de marfil, Espejo de Justicia, Casa de oro, Rosa Mística, Trono de la sabiduría y Arca de la Alianza.
El techo de palio se compone de una doble buhardilla, siendo la exterior la que conjunta íntegra las caídas de palio. El paño central muestra un tapiz salpicado de soles en distintos tamaños y diseños, lienzo en el que aparece además la figura del sol y la luna, dualidad que representa el comienzo y fin de todo, el día y la noche, la eternidad simbólica. También aparece la frase en latín Consolatrix aflictorum, texto repartido en dos cartelas. En la gloria va el escudo de la cofradía, que fuera diseñado por Nuria Hurtado. Todo el escudo se encuentra enmarcado por una orla de estilo renacentista, inspirada en los azulejos y bordados trianeros propios de los respiraderos del paso de palio de María Santísima del Consuelo.
En cuanto a la composición del emblema, posicionada en jefe, destaca la Cruz sobre monte de piedra con el resplandor y lema “No ser, no querer ser”, perteneciente a la Compañía de la Cruz, instituto de vida religiosa fundado por Santa Ángela de la Cruz. Junto a la representación crucífera, se encuentran instalados dos óvalos: uno con el corazón alado, en alusión al Amparo del Señor a los hombres, que viene presto a socorrernos, y el monograma de Cristo “JHS”; y otro con la “M” de María coronada con el lema “Consuelo de los Afligidos”, una de las letanías lauretanas dedicadas al nombre de la Virgen. En la parte inferior centrada se incluye una alegoría de la lucha entre el Bien y el Mal representada, de un lado, por San Miguel y sus ángeles y, de otro, por el Demonio y sus ángeles caídos, al modo en que lo describe el libro del Apocalipsis 12, 7-12. Debajo de ella, queda colocada la filacteria con el pasaje apocalíptico “Ellos lo han vencido en virtud de la Sangre del Cordero” (Ap 12, 11).
La simbología del total de la obra quiere ser un recuerdo constante de la Historia de la Salvación y del proyecto de Dios para la redención del género humano, simbolizados por la lucha de los hombres entre el pecado y la gracia, el Amparo y el Consuelo permanente de Cristo y María, y la Cruz y la Humildad que nos trazan el camino seguro para llegar a la Gloria.