El pregón cincuentenario de Antonio Gallardo Molina

Fue pronunciado el 28 de marzo de 1971

El Pregón de la Semana Santa de Jerez que pronunciara el poeta y compositor jerezano Antonio Gallardo Molina en 1971 en el Teatro Villamarta ha cumplido hoy 50 años -fue declamado el 28 de marzo de 1971-.

La alocución de Antonio Gallardo, pregonero que fue presentado por Francisco Fernández García-Figueras, aún permanece en el recuerdo de los que tuvieron la oportunidad de disfrutar de los versos de este genial artista que en 2009, cuatro años antes de su fallecimiento, fue nombrado Hijo Predilecto de Jerez.

Antonio Gallardo Molina, junto a su hijo José Gallardo Quirós y su nieto Antonio Gallardo Monje, forma parte de una saga que ha hecho historia en la pregonería jerezana.

En el quincuagésimo aniversario del Pregón de la Semana Santa de Jerez de 1971, recordamos los versos dedicados a las dolorosas jerezanas con los que Antonio Gallardo Molina finalizaba su intervención en el coliseo jerezano:

Y por eso, Tú, Estrella de la Salle;
y Tú, Misericordia, blanco llanto;
y Tú, Paz y Aflicción -morado talle-;
y Tú, Angustias, llorando entre quebrantos;

Y Tú, Paz de María en Sacramento;
Candelaria -Candela siempre viva-;
Tú, Socorro de Madre que presiento
Sacrificio y Amor, de Amor cautiva;

O, que cierra el oscuro calabozo;
Tú, Remedios de guerras sin cuarteles;
Desconsuelo sin lunas y sin gozo;
y Dolores, llorando entre claveles;

Amargura de penas flagelada;
Desamparo juncal del alma mía;
Lágrimas a la Cruz entrelazadas;
Esperanzas y Gracias de María;

Confortada Señora junto al Huerto;
y Dolor del Mayor de los Dolores;
Encarnada emoción a cielo abierto;
y Esperanza, en silencio, entre las flores;

Traspasada vigilia nazarena;
Esperanza de yedras y hermosuras;
Dulce Nombre con ojos de agarena;
Concepción de María siempre Pura;

Solitaria Señora de Loreto;
Valle hermoso de un barrio que te invoca;
Soledad, rodeada de respeto;
Patrocinio, más firme que la roca;

Piadosa Piedad en negro manto;
y Perpetuo Socorro de Perdones…

¡Adornad con encajes vuestro encanto,
que está Cristo alegrando corazones,
y no hay sitio, Señoras, para el llanto…!

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