Cornetas y tambores, el estilo musical en el que ya no existen medianías

La opinión de Alejandro Melero

Con honrosas excepciones, las bandas de cornetas y tambores parecen haber tomado partido por las diferentes corrientes musicales que existen en dicho estilo. En la música procesional, la provincia de Sevilla se lleva la palma, pues en la capital hispalense se encuentran casi la totalidad de formaciones de cornetas y tambores que marcan el camino del resto. No es una cuestión meramente de calidad, sino de fuerza en el colectivo, capacidad de atracción de talento y, por supuesto, trabajo diario.

Resulta cuanto menos curioso cómo las bandas del estilo que citamos parecen haberse situado en un Diagrama de Venn donde las intersecciones o elementos comunes son las marchas clásicas, pero con una superficie compartida cada vez menor. Es decir, cada vez suenan más marchas propias (normalmente estrenos) y menos composiciones de corte romántico. Esto no es mejor o peor per se, es simplemente una sensación compartida por muchos, no es un estudio concienzudo, sino una realidad empírica.

Lo cierto es que los estilos muy marcados de las corporaciones musicales de esta índole han arrastrado a los extremos a bandas que desde hace años se definían por uno u otro. Hablando en plata, muchas formaciones apostaron por un estilo trianero, otras por un estilo cigarrero y, en menor medida, por el estilo nazareno de Presentación al Pueblo. No hay que olvidar que las innovaciones musicales han supuesto un enorme enriquecimiento en los acompañamientos. Recordemos las marchas de Francis Glez. Ríos, de Bienvenido Puelles o de tantos otros que abrieron un camino que se ha ensanchado hasta nuestros días. Para muchos, demasiado.

Hay quien dice que las nuevas composiciones (que alcanzan una producción casi industrial en cadena) no presentan calidad, con la repetida frase “esto no suena a Semana Santa”. Misma frase que se reproducía a finales del pasado siglo. Sirva esto no como crítica, sino como reflejo de una realidad que ya hemos vivido.

La llamada música programática (aquella que pretende trasladar al oyente a un espacio-tiempo, que tiene tintes de banda sonora) es de una complejidad enorme, quizás excesiva. Esto habla muy positivamente de la calidad musical caza de crear estas bandas pioneras. No obstante, para muchos, despista. Hace prestar atención a las bandas y no a las imágenes. Y, quizás, sólo quizás, sea un argumento válido. En opinión de este que escribe, todo pasará. Escucharemos estas marchas como el que escucha ‘La Pasión’, que en su estreno también suscitó muchas críticas y dudas sobre su adecuación a los pasos cristíferos de la Semana Santa de toda España.

Pero volviendo a los estilos, las bandas de cornetas y tambores que no son las impulsoras de este estilo, salvo honrosas excepciones, parecen ser víctimas de esta ‘polarización’ musical en la que no es fácil interpretar ciertas marchas. Como decimos, cada vez más. Los problemas de afinación y la ausencia de elementos que incluyen estas composiciones hacen que las corporaciones musicales más limitadas de componentes o, por qué no decirlo, de calidad musical, flaqueen.

¿Serán estos los motivos por los que muchas cofradías se encuentran valorando su cambio a agrupación musical? Hay responsables de esta parcela en muchas hermandades que tienen claro qué estilo musical tiene para su paso de misterio o de Cristo. Pero también hay otras que no.

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