¡Al cielo, Jerez de mi alma!
Santo Domingo, un olivo,
un ángel, un sufrimiento,
amargo amor compasivo
en un cáliz de tormento,
un Cristo, solo, sus ojos,
rezan en pleno desierto
de fe y voluntad, despojo
de Dios orando en el Huerto.
– Selu Montes.