Diez horas junto a la Blanca Paloma

Foto: ElCostal.org


La Virgen del Rocío, también llamada Blanca Paloma, ha regresado a su ermita en torno a las 13:13 horas, después de casi diez horas de procesión por las calles de la aldea del Rocío, en la que, durante todo el recorrido, se han congregado multitud de personas que anhelaban verla.

A las 3:29 horas, casi media hora más tarde que en 2016, los almonteños se hacían con las andas de su Patrona, la Reina de las Marismas, y cinco minutos después, en una salida limpia y rápida, alcanzaba las puertas del Santuario para comenzar su tradicional recorrido por la aldea visitando a las hermandades filiales, la primera de ellas la de Huévar del Aljarafe (Sevilla).

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La normalidad ha marcado una procesión que se ha desarrollado, prácticamente en el mismo tiempo que el año pasado, cuando la Virgen del Rocío alcanzaba su templo sobre las 12:45 horas, aunque había salido media hora antes que esta madrugada.

A lo largo del recorrido no han faltado estampas típicas del que es el acto central de la romería; los capellanes de las hermandades a hombros de sus hermanos rezando la salve a la Virgen, los ‘vuelos’ de niños, acercados lo más posible a la imagen pidiendo para ellos protección, o el posado de ésta en el suelo, quedando a la altura de los fieles, ante la imposibilidad de seguir entre la multitud que se agolpa a su paso y la necesidad de los almonteños de coger fuerzas.

Pero sobre todo, ha habido emoción, que ha quedado manifiestamente reflejada en la cara de todos los devotos que se han acercado a verla, que la han hecho partícipe de sus plegarias y agradecimientos, llegando, en muchos casos, a no poder ni siquiera contener las lágrimas al tenerla frente a frente.

El objetivo se ha cumplido y la Virgen del Rocío ha podido visitar a sus 119 hermandades filiales para agradecerles su visita en un paseo por la aldea que ha ido tocando a su fin al llegar la una de la tarde cuando, como ya ocurriera en la salida, el repique de las campanas del Santuario indicaba que la imagen iba llegando de nuevo a su casa, algo que ha tenido lugar tras recibir la tradicional petalada desde los balcones de la casa de la Hermandad Matriz de Almonte -la última de tantas recibidas en la madrugada-.

Después de su entrada en el Santuario, que ha hecho como es tradicional de cara a los fieles, los almonteños han recorrido la distancia desde el dintel al altar para colocar a la Virgen de nuevo y rezarle una salve concluyendo, de esta forma, la romería de 2017.

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