La Hermandad del Rocío de Jerez se hizo presente en la tarde de este miércoles en la playa de Malandar, en la otra orilla de la desembocadura del Guadalquivir, disponiéndose de este modo a iniciar su recorrido por Doñana en busca de la aldea almonteña.
Ese fue sin duda alguna el momento culminante de una primera jornada de camino que arrancó a las ocho de la mañana con la misa en la iglesia de Santo Domingo, oficiada por el director espiritual de la propia hermandad, fray Daniel Wankun, que entre otras cosas recordó que un cristiano siempre debe estar “en camino”.
Sobre las nueve y cuarto de la mañana ya estaba el Simpecado en la portada principal de la iglesia de Santo Domingo dispuesto para ser entronizado en la carreta.
Apenas unos minutos después, el tiro de mulos iniciaba el camino que permitiría sumarse a la comitiva que aguardaba ya en la calle Porvera.
Eran momentos de inquietud, pero también de emoción y alegría mal disimulada en la mayor parte de los casos, ya que llegaba la hora de recuperar sensaciones que no se vivían desde la primavera de 2019.
Romeros a caballo y a pie, carretas, jerezanos y curiosos se entremezclaban bajo las jacarandas moradas de la Porvera.
Los alumnos de la escuela de San José ofrecieron oraciones y cánticos a la Virgen del Rocío, recuperándose también una estampa que venía siendo habitual en los años previos a la crisis sanitaria. Ancha, Santiago y Taxdirt completaron ese recorrido urbano de la filial jerezana, que caminó con celeridad en busca del Santuario de San Juan Grande para -una vez cumplimentado este último saludo- empezar a perderse por la carretera del Barroso camino de Sanlúcar de Barrameda.
Entre viñas caminó la comitiva en busca del siempre esperado Ángelus, ofreciendo estampas de gran belleza en una luminosa mañana en la que el calor apretó algo menos que en otras ocasiones anteriores.
En cualquier caso, la temperatura fue llevadera porque a menudo sopló una ligera brisa que ayudó a rebajar la sensación térmica.
Una de las carretas que integraban la comitiva sufrió un vuelco que se saldó con dos heridos leves.
La caída no tuvo consecuencias para los animales, pero provocó un sensible retraso a la Hermandad de Jerez, cuyo simpecado embarcó en Bajo de Guía cuando apenas faltaban ya quince minutos para las siete de la tarde.
El rengue en Ventosilla dio paso al último tramo del recorrido hacia Sanlúcar de Barrameda y el posterior embarque, un momento especialmente significativo tanto para los romeros como para los rocieros que no pueden hacer el camino y que ponen fin a su singladura sobre la arena de la playa sanluqueña.
Jerez está haciendo ya realidad el sueño que había acunado durante tres años que a muchos han parecido una eternidad.