La última modernidad en las cofradías: la ‘multipropiedad’ de enseres

La opinión de Luisma Nigueta

Parece que nuestra Semana Santa va evolucionado en algo más que fe y devoción: ahora ha incorporado la ‘multipropiedad’. Sí, queridos lectores, esa fórmula maravillosa por la que algunos disfrutan de lo que otros pagan. Pero aquí no hablamos de apartamentos en la costa ni de derechos vacacionales, sino de sayas, mantos, coronas y demás joyas del ajuar de las imágenes sagradas.

Porque, al parecer, prestar enseres se ha convertido en la nueva moda. No estamos hablando de un gesto de fraternidad ocasional, de un préstamo puntual en un momento de necesidad, sino de una práctica sistemática en la que las imágenes van intercambiando elementos como si de una pasarela de moda se tratase. Y mientras unos mayordomos o priostes se frotan las manos de gusto por ver a ‘su’ Virgen vestida con las galas de otra, los que verdaderamente han pagado esas piezas ni siquiera tienen derecho a rechistar.

Eso sí, cuando llegue el momento de restaurar el manto, la corona o la saya, los que disfrutaron del préstamo desaparecerán como por arte de magia. No habrá una cuestación popular entre todas las hermandades que se han beneficiado de su uso; no, la factura llegará, una vez más, a los mismos de siempre: los hermanos de la corporación propietaria, que serán los que tengan que rascarse el bolsillo para devolver la pieza a su estado original. Y si alguien se atreve a insinuar que esto no es lo más lógico, será acusado de egoísta, cuando no de poco cristiano o caritativo.

Pero, claro, todo esto se justifica con el noble argumento de «darle mayor esplendor» a la Semana Santa. Porque ya no basta con que una imagen tenga su personalidad y estética; ahora se trata de que luzca distinta cada año, con toques ‘exóticos’ importados de otras devociones. ¿Que en una cofradía gusta mucho el manto de la Virgen de otra? Pues a pedirlo prestado. ¿Que una saya queda especialmente bien en otra imagen? Pues se negocia el intercambio. Y así, poco a poco, lo que antes era un patrimonio único y diferenciador acaba convertido -de manera líquida- en un gran cajón de sastre donde todo se mezcla sin criterio alguno, salvo el capricho del de turno.

Quizás haya llegado el momento de poner límites a esta moda. Porque una cosa es la solidaridad entre hermandades y otra muy distinta es convertir las mayordomías o los ‘tesoros’ en almacenes de alquiler gratuito. Y sobre todo, porque si seguimos por este camino, en unos años nos encontraremos con imágenes que terminaron perdiendo su esencia y peculiaridad, mientras los que pagan por mantener el ajuar seguirán cargando con los gastos de quienes solo saben disfrutar sin aportar. Pero bueno, al menos podremos decir que la Semana Santa se ha modernizado… aunque solo sea en esto.

Total
0
Comparte
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Noticia anterior

El derrumbe en la Cruz Vieja pone en alerta a seis cofradías

Próxima noticia

El tránsito por la Cruz Vieja, casi descartado "por motivos de seguridad"