El cielo

Hay personas a las que se les va el “santo al cielo”, en mi pueblo se nos va el alma entera al cielo cuando la vemos a Ella.

​Déjame que te cuente una pamplina que me pasó ayer mismo. Miraba al cielo entre nubes buscando ese sol que solo tiene el cielo de mi pueblo cuando escucho a mi vera decir: “Donde se pone un techo de Palio no se pone ni Suecia”.

​Sí señor, no hay cielo más bello que ese que tiene bambalinas y varales acompasados con nuestro sentimiento.

​La Cuaresma es ese periodo de tiempo que te prepara para volver a empezar a esperar. Ese periodo de tiempo donde todos los cielos del mundo se pasean por tu iris formando unos celestiales tramos.

​El cielo de la Cuaresma es especial. El cielo de Cuaresma lleva siendo el mismo desde que éramos monaguillos. El cielo de Cuaresma no cambia, ese cielo no cambia, pero nosotros sí.

​Pasan las cuaresmas y se queda ese cielo, ese cielo que parece tener eternamente bambalinas recién estrenadas, ese cielo color “azul recuerdo” que huele y suena a la misma gloria.

​No hay nubes que puedan tapar ese cielo, no hay problema ni situación complicada que sea capaz de empañar la claridad que emana de ese cielo de Cuaresma…ese cielo es la misma pureza que vamos perdiendo con los años.

¡SONRÍE! Suelta el móvil, deja de mirar al suelo, levanta la cabeza y respira hondo…llevas toda la vida debajo del mismo cielo, ese cielo que jamás pierde ese maravilloso color “azul recuerdo”.

​¡VIVAN LOS CIELOS DE MI PUEBLO CARAMBA!

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