Que las hermandades son el fiel reflejo de la sociedad es una frase acuñada hace mucho tiempo que se suele utilizar cada vez que surgen cambios sustanciales en el devenir de estas corporaciones.
Al igual que a los actuales dirigentes políticos se les llena la boca cuando hablan del progresismo -como si nunca hubiera existido en España- a los mandatarios cofrades también se les llena de reformismo cuando de cuestiones artísticas se trata. Parece que lo que se intenta instituir ahora -no solo en el ámbito político, también en el cofrade- es la corriente renovadora. Como si fuera sinónimo de modernidad y originalidad.
Analizando todo lo que ha rodeado a la presentación del cartel de la Semana Santa de Jerez de 2020, desde un primer momento se nos ha intentado vender un producto exclusivo de un artista moderno. Además, en un intento de rizar el rizo, en el acto celebrado en los Museos de la Atalaya pudimos hasta escuchar la marcha «Corpus Christi» a ritmo de swing interpretada por la Banda Municipal de Jerez.
El cartel que este año va a anunciar la Semana Mayor jerezana pertenece a lo que se podría denominar como la «trilogía pop cofrade» de Manuel Cuervo de la Rosa, tras el de La Hiniesta (2015) y el de La Macarena (2019) en Sevilla. El cartel de La Esperanza de la Yedra, que transita como los otros dos entre el estilo pop y el arte urbano, no es nada original. Como tampoco lo fue la interpretación de la marcha de Braulio Uralde, ya que algo muy parecido se pudo escuchar hace ahora casi ocho años en el espectáculo «Pasiones» que dirigió el cantante Enrique Casellas.
El cartel podrá gustar o no, pero lo que está suficientemente claro es que el artista higueretero no se ha «comido la cabeza» en absoluto con el cartel de nuestra Semana Santa. Ni es original ni moderno. Nada nuevo bajo el sol.