La elegancia

Lunes, sí señor. El primer día de la semana, ¡ole ahí!

Que alegría volver a verte por aquí, se ve que no te cansas de leer las pamplinas que este servidor te cuenta. Pues eso mismo quería decirte, déjame que te cuente, si me lo permites y tienes tiempo, una cosita que me pasó no hace más de una semana:

Era la “hora tonta”. La “hora tonta” es esa hora en la que ya no pega el café y que si te pides un fusible el personal de la barra te puede mirar con mala cara (con la misma cara que miran a tu abuela si entra en el Starbucks y pide “una lechecita manchá”). Pues a esa hora exacta iba caminando por la calle Larga, bueno, en verdad no iba caminando, en mi pueblo no se “camina” en mi pueblo “se pasea”, que es bien diferente. Se camina por los lugares feos (por los bancos, los hospitales y los bares sin serrín, por ejemplo) pero por los lugares bonitos se pasea. Pues eso, iba paseando y sin darme cuenta y sin saber por qué había entrado en “La Moderna” y estaba pidiendo una copita de fino (la mejor hora para tomar fino es: a la que se te antoje)…

– Atilano, si no es mucha molestia me podría poner una copita de Sol de Andalucía embotellado por favor.

– ¡VIVA SANTA MARTA! (Atilano siempre recibe a este servidor con ese grito de guerra, algo que hace que me venga arriba) Eso está hecho.

Atilano se giró, cogió el catavino y me sirvió la copa. No había terminado de ponerla cuando mi cerebro, bueno, la parte de mi cerebro que aún queda operativo, pensó “esto es elegancia y no una boda con chisteras y pamelas en Ascot”.

Ese gesto, que parece simple, me hizo pensar en la de cosas elegantes que hacemos diariamente y no nos damos cuenta. ¿O no es elegante escuchar la marcha “Virgen del Valle” camino del trabajo? Camino del trabajo o adonde vayas, que es escuchar esa marcha y venirle a uno un halo de elegancia como si lo poseyera una mezcla entre Frank Sinatra y Rita Hepburn.

Siempre me ha hecho mucha gracia ver como ponen en las revistas casas elegantes de ensueño como palacios de Italia, áticos de Nueva York o dúplex en Londres… ¿Y eso es elegante? Elegante de verdad es un segundo sin ascensor pero que por debajo pasan todos los días cuatro cofradías y tiene el balcón a la altura justa por donde se le puede ver la cara a la Virgen sin que el Palio la tape. Eso si que es elegante: una casa por donde pasan cofradías.

¿Ustedes saben que por el hotel más caro del mundo que está en Dubai no pasa ni una cofradía? Con ese detalle es imposible que sea el mejor del mundo, imposible. Será el más caro pero el mejor te digo yo que no (ya se que no tiene nada que ver con lo que estoy contando pero tenía ganas de decirlo).

Si hablamos de elegancia tenemos que hablar sin dudarlo de la Semana Santa. Hay personas que piensan que comerse un bogavante con cubiertos de plata en el Club Náutico de Mallorca es elegante. ¿Elegante eso? Elegante es comerte un montaíto de carne mechá con más pringue que la bujía de un tractor viejo vestido de chaqueta, con corbata nueva y sin mancharte…y además con la tensión de estar escuchando a tu cuñao meterte bulla diciendo “Quillo, date prisa que ya se ven los ciriales y aquí siempre le tocan”. Elegancia pura. Bogavante ni bogavante…

Los niños llevan esa elegancia en su ADN-cofrade. Un niño pidiendo cera es de las cosas más elegantes que hay en este planeta. Vamos que yo no me puedo explicar como la revista HOLA saca a la familia Real noruega en portada y no se da cuenta de que es mucho más elegante la foto de un niño con su bola -siempre heredada de un hermano mayor- llena de gotitas de ilusión de colores. Hablando de niños, ¿existe en el mundo algo más elegante que ver como una abuela repeina con colonia a su nieto para que salga de monaguillo? ¡Pues claro que no! Ni lo habrá. Ese peinado es Patrimonio de la Humanidad; pero patrimonio de verdad.

No seré yo quien diga que la marca LOEWE no es elegante, pero donde se pone una túnica de capa bien planchadita no se pone ni LOEWE, ni GUCCI, ni Suecia entera. Ese nazareno paseando camino de la iglesia con su capa al viento y su, y su… 😢 perdonen éstas lagrimas pero es que me emociono solo de pensarlo… es que es muy bonito, es muy bonito. Ese nazareno es elegancia pura, no se me olvidará jamás. La primera vez que vi en mi pueblo un nazareno de capa, tuvo que venir el 061 a reanimarme; me quedé en estado de shock que ni Stendhal cuando llegó a Florencia.

De elegancia sabe bien un amigo, bueno un amigo no, mi buen amigo Chiqui, cohones. Es tan bueno que se fue a vivir a Sevilla Este para que los amigos conociéramos mundo. Bueno, pues mi amigo Chiqui es proclamado por unanimidad año tras año la persona más elegante del planeta; eso sí, es proclamado durante un día al año, es más durante unas seis horas aproximadamente al año. ¿Qué cuándo? Pues cuando se pone su túnica de cola los Viernes Santos y va derrochando swing al andar, porque en mi pueblo los nazarenos de cola además de elegancia derrochan swing al andar, perdón, al pasear… el resto del año tiene la elegancia señorial que solo tienen los buenos amigos, esa elegancia de llamarte en el momento exacto en el que necesitas su llamada, que no hay mayor elegancia que el saber estar, como los buenos toreros, en el lugar exacto a la hora precisa que tienen los buenos amigos. ¿A qué sí?

(Aprovecha que te he puesto tierno con eso de la amistad y llama a ese amigo tuyo que llevas diciendo un mes “de hoy no pasa que lo llame” y al final ni lo llamas ni nada de nada)

¿Y el movimiento de un varal? En un solo varal de un palio de barrio cabe más elegancia que en el museo del LOUVRE entero, incluidos sótanos y altillos…no me lo niegues, ahora tu mente está pensando en ese bendito soniquete que llevan los varales de los palios de barrio.

Termina de servirme Atilano la tercera copa. Bueno no se si la tercera o la cuarta, creo que es hora de deshacer el camino andado y volver a pasar por ese lugar maldito que tanta ansiedad y malestar me provoca. Exacto, la salida del bar, para mi entender el peor invento de la humanidad. ¿Qué necesidad hay de salir de un bar con lo “agustito” que estamos dentro?

Ya en la calle paso por la tan pregonada “Rotonda de los Casinos”. En la acera de enfrente una abuela viene del mercado tirando de su carrito. Asoman una lechugas y algo de fruta, mientras sortea la acera cuida de que su marido, con torpes andares, no de un traspiés. En la otra acera lo ayuda a subir, cruzada la acera siguen su camino. Yo me paro, la miro y sonrío… ellas sí que son elegantes: nuestras abuelas.

Por cierto el marido ha aprovechado un descuido de su señora y se ha metido en la Moderna, no te lo vas a creer, el abuelo anda mejor dentro del bar que fuera…elegancia pura que llevan dentro nuestros abuelos.

Que elegante es eso de no quejarse aún a sabiendas de que podrías hacerlo, pero piensas ¿para qué? Mucho mejor es escuchar la marcha “Virgen del Valle” y seguir por tu camino sin molestar, eso sí con elegancia, siempre con mucha elegancia… y es que, querido amigo, los cofrades sabemos de sobra que la procesión va por dentro al igual que la elegancia.

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