A solas con el Señor

Domingo de Pasión, bien temprano. Camino hacia el teatro Villamarta para prepararme para el pregón de Pepe Vegazo. Hacía fresco y la niebla no dejaba ver el final de la calle Medina. Allí, a la derecha, se abre una puerta por la que se asoma el Señor de la Flagelación. El encargado de abrir era el pregonero, pero de 2017, ajeno a lo que se le vendría por delante para el año próximo.

José Blas Moreno me recibe. Perdón, acudo al Señor, gracias a José Blas que tiene algo para mí. Un simple pen-drive con música sacra que suena cada cuarto domingo de Cuaresma en esa misma capilla para gloria de la Virgen de la Amargura y por el que suspiraba hace tiempo para mi Virgen del Desconsuelo. Mis particulares ‘Suspiros de la Amargura’.

Mi cometido principal queda eclipsado por el Señor de la Flagelación. La penumbra de la capilla, en una especie de situación que invitaba a la duermevela, deja ver al Señor con alguna dificultad pero intuyendo todo su esplendor. Le doy la enhorabuena a José Blas, beso el pie del Señor y me marcho, más reconfortado si cabe.

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Ahora les sitúo en otro momento, en distinta fecha. Sábado 26, hace un par de días, por la noche. Imagino a José Blas y su equipo rematando el besapiés extraordinario del Señor de la Flagelación. Ha cambiado la situación, no solo por el anacronismo del evento, sino por circunstancia personal del mayordomo. Es pregonero de la Semana Santa de Jerez, meses más tarde de aquel Domingo de Pasión.

El próximo besapiés de su Señor será muy distinto para José Blas. Imagino que acudirá antes de ir al Villamarta a San Juan Bautista de los Descalzos y que agradecerá una vez más -de esto no me cabe duda, José Blas es un hombre temeroso de Dios– al Señor y a la Virgen la fuerza inyectada los meses previos y la enorme suerte de pregonar la Semana Santa, “una ilusión” que ha “tenido siempre”.

Habrá pasado las noches de montaje y ‘soledad’ junto al Señor y la Virgen de la Amargura, pero nunca como esta última ocasión. Este fin de semana ha sido un regalo adelantado. Quizás José Blas se pierda algunas horas del besapiés de su Señor el próximo Domingo de Pasión, pero este fin de semana habrá valido por el tiempo que ‘perderá’ antes, durante y después de su pregón.

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