El Convento de Capuchinos. El regreso de la Orden Capuchina a Jerez

Ante la reciente noticia de la unificación de las casas capuchinas de Jerez y Sanlúcar, detallo a continuación cómo fue la última llegada de la Orden Capuchina a Jerez.

Corría el año 1953 cuando la Ciudad vivía un momento cumbre de su espiritualidad. Tras la Misión General, que hizo volcarse a los católicos jerezanos en las Iglesias y conventos, fue el momento propicio para reiniciar su andadura una Orden religiosa que ya en nuestra ciudad antes de la desamortización de Mendizábal había tenido una amplia implantación entre los fieles jerezanos y que contó entre sus hijos más preclaros a Fray Francisco de Jerez, por poner un ejemplo, que hizo una gran labor apostólica entre los jerezanos.

Había llegado el momento, y así lo comprendieron los miembros de la Orden capuchina, de volver a Jerez, al lugar donde el Gobierno anticlerical del siglo XIX había implantado un Hospicio, posteriormente denominado Hogar de la Purísima Concepción, regentado por los Salesianos por encargo de la Diputación Provincial. Esta Administración entregó a la Orden capuchina el edificio y los anexos que antaño le habían pertenecido allá por el año 1953, fecha en la que la primera Comunidad de la Orden llegó a Jerez, siendo nombrado Guardián el Padre Jerónimo de Málaga, que siempre estará en el recuerdo de los miembros de la Hermandad de la Defensión por su entrega y la fama que se creó entre ellos de hombre santo que empezó a gestionar la ingente labor de levantar una Iglesia en ruinas. No cabe duda que fue un acierto que, a su muerte, se trasladaran sus restos mortales a Jerez, descansando en la actualidad en la Capilla de María Santísima de la O.

Como motor de la construcción de la nueva Iglesia, un sacerdote capuchino de la República Dominicana, el padre Emilio de la Vega Real, se encargó en Jerez de movilizar a todas las fuerzas vivas y con la ayuda incondicional de los primeros veinticuatro hermanos fundadores de la Hermandad de la Defensión, ideó organizar un gran acto para agradecer al Ayuntamiento de la Ciudad, patrono de la fundación de la Casa de Jerez en el siglo XVII, y a la Autoridad Eclesiástica de la Archidiócesis, los apoyos recibidos para la segunda venida de los Capuchinos a la ciudad.

La intermediación de las muchas amistades labradas por este fraile y el Padre Jerónimo hicieron factible que Don Francisco Riba cediera el Teatro para el acto del 12 de Octubre, Fiesta de la Hispanidad, y a la que asistió por primera vez la Corporación Municipal bajo mazas y, lo que es más importante, fue el Santísimo Cristo de la Defensión la primera y, por ahora, única imagen que se instaló en el escenario del Teatro Villamarta.

El Cardenal Arzobispo de Sevilla estuvo presente junto con las primeras autoridades de Jerez, tanto civiles como militares, así como el citado Ayuntamiento bajo mazas presidido por el Alcalde Don Álvaro Domecq y Diez y un buen número de religiosos Capuchinos que, de distintos puntos de la provincia de la Orden, quisieron unirse al acto. Se inició el acto con unas palabras de Fray Emilio de la Vega Real, verdadero promotor de la llegada de los Capuchinos.

Y llegó el plato fuerte del acto, que fue la grandiosa disertación que, como motivo central del acto, pronunció el ilustre escritor, poeta y mantenedor de tantos actos religiosos y poéticos Don Francisco Montero Galvache, que tituló su discurso “El Cristo de la Defensión, honor y gloria de Jerez”, siendo presentado por Fray Buenaventura de Cogollos Vega, provincial de la Orden en Andalucía. La Banda Municipal interpretó el Himno Nacional como se hizo al inicio, poniendo así un broche de oro a un acto que no pudo ser mejor pórtico de la entrada de la Orden Capuchina a Jerez.

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