¿Tuyo?

Lunes, ole ahí y TE PROMETO QUE NO PIENSO HABLAR DEL TEMA CATALÁN, que últimamente echamos más horas con Puigdemont y el ojo ido de Junqueras que un patero con su contraguía o un monaguillo con el peine de su abuela.

¿Me permites una cosita antes de contarte la pamplina? Gracias. Antoñito, amigo mío, que no me entere yo que no puedes con esta chicotá…fájate como tú solo sabes, mete riñones y que el personal se entere de la casta que gasta la gente buena.

Al lío. Déjame que te cuente una pamplina que me pasó el otro día mientras leía los clásicos populares de la literatura checa. “Avanti no nos engañes que era en un bar con cuatro fusibles en lo alto”…vaya como os ponéis. Pues sí era en un bar.

Total que andaba merodeando con mi mirada a los paisanos que me rodeaban cuando escucho a un niño con menos edad que una pompa de jabón decir mientras cogía un iPhone (sin premio que os conozco)…”suelta eso que es mío”.

¿Tuyo? Vamos a ver criaturita, cómo va a ser tuyo si tú a lo máximo que llegas es a comerte la plastilina diferenciando los colores, tuyo ni tuyo… si no tienes edad ni para sacar cirio.

Antiguamente no aprendías a decir “mío” hasta que tenías barba como para poder afeitarte al menos dos o tres veces por semana.

Si decías “mío” comiendo, el personal levantaba la vista del plato y te echaba una miradita capaz de fundir el morro de un Eurofigther… yo he visto llorar a Clint Eastwood almorzando en mi casa un lunes cuando dijo que lo que quedaba de puchero era suyo.

No había más orden y ley que: “Las cosas serán del primero que las trinque”. Yo, por ejemplo, la primera vez que cogí el mando a distancia para cambiar de cadena fue en el, en el año ese que, sí hombre cuando… aún estoy esperando trincar el mando de mi casa.

Antes, en las casas, todo era de todos. Comunismo elevado a la máxima expresión: El teléfono no era “tu teléfono”, el teléfono era “el teléfono”; el coche no era “tu coche”, el coche era “el coche”… y lo más importante: la túnica no era “tu túnica”, la túnica era “la túnica”.

¡SONRIE! Compartir es vivir. No seríamos felices teniéndolo todo y de todo. Compartir es disfrutar el doble… sobre todo cuando compartes esas alegrías que al contarlas hacen que tu gente descorche sonrisas sin fin.

¡VIVAN LOS QUE COMPARTEN SU VIDA!

PD: Una semanita menos para que el blog de Avanti aparezca como aparecen los puestos de castañas… cuando menos te lo esperas.

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