Los puntitos

“Agarra el lápiz amor, que tenemos que hacer la tarea. Mira el lápiz, se coge así, hay que apretar y seguir los puntitos…lo ves, ya sabes hacer el dos. ¡Qué grande eres amor!”

Uy perdón, que no les había escuchado abrir la puerta. Pasen, pasen, pónganse cómodos que hoy es lunes y es mejor empezar la semana sin prisas que ir por el lunes y creer ya que es viernes por la tarde.

La pamplina de hoy tiene seis puntitos, los mismos que separan ver seis puntitos en un papel, uno detrás de otro, a ver el número dos. La pamplina no me la encontré; la pamplina de hoy me limpió los ojos para que me quedara más claro de lo afortunados que somos.

Somos amor, de ahí que Dios nos ponga pruebas. Somos amor, de ahí que Dios nos ponga seis puntitos por delante…somos amor, de ahí que Dios espere que esos seis puntitos pasen a convertirse en el número dos.

Los grandes Magos sacan de la chistera conejos, en mi caso alguien lleno de amor convertía seis puntitos en el número dos, en un número dos que volvía a subrayar que la vida es un eterno volver a empezar.

El número dos que salió de esos seis puntitos era un dos especial, os lo explico: no era el primer dos, no…pero sí era el primer dos que salía del lápiz abrazado por una madre y su hijo para intentar despertar una parte de cerebro de la que le enseñó a que rendirse ante las trampas de la vida no está en nuestra agenda vital.

El tiempo había jugado la partida y había hecho trampas. A mi amigo le tocaba hacer la tarea con su madre. El tiempo había querido reírse del reloj…y mi amigo lo único que pudo hacer es apretar aún más el lápiz para que a su madre le saliera un dos perfecto, como ella le enseñó.

En mi pueblo, si la vida intenta reírse de ti, le pasas el brazo por el hombro, la miras a los ojos…y te descojonas con ella, que para eso en mi pueblo la palabra desesperanza no existe en el diccionario.

¡SONRÍE! Que no te tiemble el pulso al hacer el número dos. Agarra fuerte el lápiz y que quede tatuado en el papel, que jamás una mala jugada del destino podrá con el amor que nos tenemos…y es que la vida es una eterna tarde de tarea con tu madre.

¡VIVAN LAS TARDES DE TAREA CON MAMÁ CARAMBA!

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