Tarde al cole

Las mañanas con niños son gymkhana sin meta.

Lunes, el 2017 se fue hace quince días y aún hay gente que no se ha quitado los calzoncillos rojos…

Déjame que te cuente una pamplina que me pasó hace un par de días. Te pongo en situación: el GPS del móvil marcaba que estaba en la barra de un bar a la hora donde el olor a tostada y el ruido de la maquina del café reinan.

Pues eso, que estando en el primer bullicio mañanero escucho detrás de mi: “venga, venga, daros prisa con el batido que llegamos tarde al cole”.

Frase digna de enmarcar “daros prisa que llegamos tarde al cole”. La vida entera cabe en ese aliento materno, siempre ellas, siempre las que corrían más y las que se quejaban menos.

¿Os acordáis cuando éramos nosotros los que si no nos dábamos prisa llegaríamos tarde al cole? Tiempo marcado con mochilas y tardes de Espinete y bocatas de fuagrás.

Mi generación es esa en la que la gloria de la placita era tuya, simple y llanamente, si aparecías con un balón etrusco, pero siempre después de hacer la tarea.

Nuestras madres y sus eternos “date prisa o llegaremos tarde al cole”, y jamás llegamos tarde al cole. Ojalá alguien se acercara a primera hora y nos dijera de nuevo eso mismo, que vamos a llegar tarde al cole.

Eran gymkhanas sin meta esos caminos al cole, miles de caminos que pasaron y que cuando los ves desde la barrera los añoras como ese último beso antes de que entraras en ese bendito sitio donde serás siempre un niño; la puerta de tu colegio.

¡SONRÍE! No pierdas tiempo, date prisa que llegarás tarde al cole, rápido échate colonia y péinate…que tu madre te está esperando en la puerta con esa bendita mirada que jamás llegó tarde.

¡VIVAN LOS NIÑOS CAMINO DEL COLEGIO!

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