Mi vida cambió justo en el momento en el que la vi, justo en ese preciso momento sentí que mi vida tenía sentido…luego llegó el abrazo más hermoso que jamás he dado y después del abrazo nada volvió a ser igual.
Antes de ella estaba todo, después de ella solo estaba ella.
Respuestas a todas mis preguntas, soluciones a todos mis problemas. Ella sopla las nubes, ella rima becquerianamente mi día a día, ella convierte las más burdas falsificaciones en salones del Louvre.
Tiene esa capacidad de parar el tiempo cuando me mira, poniendo en mi calendario todos los días en rojo. Tiene la eternidad metida en su sonrisa, esa sonrisa que pone azúcar donde otros intentan poner veneno.
A veces me pregunto si de verdad me merezco su compañía, a veces me pregunto si es todo mentira y un día al despertar volveré a convertirme en simplemente un yo sin ella, un yo con la derrota asegurada.
Si ella me lo pide me convierto en náufrago sonriente, si ella me lo pide paso de esa retaguardia cobardona a la primera línea de batalla donde no tienen cabida las medias tintas de las dudas.
Lleva un eterno Palio de vuelta en su mirada, esa mirada que desmonta y monta jarrones de nardos cada vez que pestañea.
Con ella volvieron las horas a las placitas, los paseos eternos. Con ella volvieron las trenzas de las muñecas…volvieron las trenzas de la muñecas y se fue la mía al cajón de la responsabilidad.
Seis años de trenzas, y ya van seis años de trenzas, de princesas, de cocinitas, de ponis color arcoíris, de ser yo el niño de la clase… y ya van seis años siendo la persona más afortunada del mundo, de mi mundo.
“¿Me peinas la muñeca?” Claro mi amor, claro…
¡VIVAN LOS SEIS AÑITOS DE MI NIÑA!
