Carbón de caña, carbón

Las pamplinas de @JosAntonioNez

La Navidad es esa época del año donde celebramos que el que nace y la que pare son los que mueven el mundo, nuestro mundo.

Si la Navidad es alegría, una zambomba de Jerez es alegría embotellada servida a granel. Si la Navidad es celebrar “el nacimiento del que manda de verdad”, una zambomba de Jerez es celebrar el sentido de nuestro propio nacimiento.

La zambomba es ese lugar donde no hacen falta farolillos de hipocresía para celebrar que cada segundo del reloj de nuestra pared merece la pena ser tenido en cuenta.

No hay mayor mentira que mirar el reloj en una zambomba. Las horas no valen para nada. El tiempo en una zambomba es Judas besando; pura mentira.

La Navidad no existiría si no existiera Jerez y Jerez no sería Jerez si no celebrara la Navidad como si celebrara su propia existencia.

Llegar a una y volverte ocho horas después con la paga extra de Navidad gastada en tickets de alegría y con tu Joselito consagrado como nuevo hermano de la Borriquita, eso es irse de zambomba.

Invitar sin conocer, conocer para invitar y beber y brindar para rubricar esa bendita amistad efímera que dura toda la existencia cuando se está en una zambomba.

Quite usted de ahí, quite usted de ahí su pena, déjela en la puerta de esta casa de hermandad que huele a patio de colegio de los 80 y que suena a botella de fino riéndose de su destino.

Tira el calendario de la mentira y vente para Jerez en Navidad, vente y una parte de ti se quedará eternamente cantando “Carbón de caña, carbón”…y es que, querido amigo, Jesús nació en Jerez al calor de la candela de la zambomba en un patio de colegio.

¡VIVAN LA NAVIDAD CARAMBA!

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