Serían las 20.30 horas, de un mes de marzo cualquiera. Como cada año, y tras la preceptiva carta en el buzón de mi casa, teníamos claro cuándo había que estar por San Mateo durante las últimas semanas de cada invierno. La carta la firmaba, casi siempre, Santiago Zurita, y nos convocaba a cultos, actos y, a lo que va este escrito, las papeletas de sitio.
Septenario y, tras la misa, a hacer cola. Cada año igual, nada ha cambiado en Los Judíos. Nuestro turno, dos papeletas. “Algún día tú vas a ser hermano mayor, necesitamos gente joven como tú, campeón”. Juan Soto detrás de la mesa expediendo papeletas y dedicándole palabras de cariño a tantos como nos acercábamos. No me cabe la menor duda. Esa frase la pronunció año tras año en aquella fila, lo que le hizo ganarse el apodo de “tu amigo” en mi familia.
Hoy he recibido la triste noticia de su fallecimiento. Un hombre con sitio fijo en San Mateo, cada lunes de misa de hermandad, siempre con palabras de ánimo y cariño a quienes se le acercaban. Años más tarde, paseando con su perro, cruzó la Avenida Álvaro Domecq única y exclusivamente para saludarnos a mi familia: “Joven, que te he visto desde la otra acera y he venido a saludarte”. Gentil, cariñoso… un buen hombre, sin duda.
Es un día triste en Los Judíos. Gracias por tanto cariño, Juan. Descanse en paz junto a su Virgen del Desconsuelo.