Según la RAE, la definición de polígono es “figura geométrica plana que está limitada por tres o más rectas y tiene tres o más ángulos y vértices”. Estos señores de la RAE no han estado nunca en el polígono que yo te voy a contar.
La infancia siempre salta por el recuerdo, como saltan los monaguillos cuando ven a sus abuelas en los palcos. En el polígono, perdón, en el Polígono de San Benito, la infancia se sienta en las pupilas de su gente a ver cómo ensaya su cofradía.
Barrio puro que borda con hilo de oro fino la frase “muchacho dame un euro para una barra de pan” y que serpentea entre bloques con monos de obra tendidos y Land Rover Discovery de alta gama. Eso es San Benito.
Los naranjos que pespuntean las aceras del Polígono huelen a compás medido, ese mismo compás capaz de hacerte viajar en el tiempo y sentirte niño camino del recuerdo de la mano de tu padre.
Silencio, se escucha debajo de la parihuela una frase digna de mármol del bueno: “Vamono la gente buena del polígono“. En el Polígono no hay gente, en el Polígono hay gente buena.
Si Jerez tiene un cielo, el Polígono de San Benito tiene el suyo propio. Si Jerez tiene una forma de medir el tiempo, en el Polígono el tiempo no se mide. El tiempo en el Polígono ni está, ni se le espera.
Y es mirar el cielo de San Benito y…
Triano llama al martillo
y hasta el tiempo es un chiquillo
con nervios de mariposas.
Tiempo que marca el camino
de un cielo color destino,
un cielo digno de diosas.
Los ensayos en el Polígono no es que sean especiales, los ensayos en el Polígono son una lección magistral de saber llevar a la máxima eso de querer y llevar al barrio sobre los hombros.
Aún hay lugares y gentes que le dan sentido a eso de las hermandades de barrio, aún hay lugares donde las puertas se abren de par en par para que su vecina le dé Salud y Esperanza al que lo necesite.
¡VIVA EL POLÍGONO, CARAMBA!