La foto

Viernes… quiero decir que dentro de cuatro días ya es viernes porque hoy es lunes, el día más bonito de la semana, ¿qué no? Pues que te quiten de tu vida todos los lunes… exacto, ¿ya no los ves tan malos, eh? Pues eso mismo a comernos el lunes pese a quien le pese.

Déjame que te cuente una cosita. Bueno, en realidad es otra de las pamplinas de las que me pasan a mí, ya no sé si soy yo el que busca las pamplinas o son ellas las que me encuentran a mí. Bueno, pues eso mismo, que una de esas pamplinas me encontró hace una semana más o menos como casi siempre en la barra de un tabanco.

Me acompañaba mi padrino, mi tío Paco. Los padrinos son esas personas que te quieren, te cuidan y se preocupan de ti como si tuvieras eternamente ocho años… y que además son capaces de irse solitos con cinco niños a pescar a la punta del espigón y volverse con la misma sonrisa con la que se fueron. Eso es tener valor y no lo de los costaleros sin relevos. Mi padrino vive en una especie de “País de Nunca Jamás” en plan Bambino, es decir, lleva por bandera lo que el utrerano cantaba; que lo que de verdad pasa no es el tiempo, lo que de verdad pasa somos nosotros. Y por eso mismo lleva más de medio siglo viendo las mismas cofradías en el mismo sitio y lleva otro medio siglo haciendo la misma pregunta cada vez que ve acercarse la Cruz de Guía… “¿Niño, esta cuál es?”

Me centro. Nos tomamos dos fusibles, no se si fueron dos o cuatro, de lo que estoy seguro es que fueron más de uno y menos de dos botellas. Cuando terminamos pedimos la multa, hago el gesto de sacar mi cartera del bolsillo del pantalón, entonces alargando su mano la pone encima de la mía, agarra mi cartera, me echa una miradita tipo Bud Spencer en “Lo llamaban Trinidad” y como buen padrino me dice “Joselito suelta eso que está tu padrino aquí”, gloria pura de frase. Guardada la mía abre su cartera y al lado de las fotos de su descendencia directa estaba “La Foto”. Esa Foto con mayúsculas que todos tenemos guardada en nuestra cartera, exacto, la foto de nuestro Vecino o Vecina del barrio que la llevamos guardada como si de un familiar más se tratase…y en verdad es que lo son.

Los cofrades tenemos muchos defectos (no planchar la túnica y querer siempre arreglar la Hermandad de otro cofrade son dos de ellos) pero sabemos lo que de verdad importa y merece la pena. Y como nos gusta sentirnos arropados los llevamos a Ellos con nosotros para que bueno, nos guíen un poquito… que tienes un examen, miras la Foto; que tienes una entrevista de trabajo, miras la Foto; que tienes una cita, miras la Foto; que buscas aparcamiento, miras la Foto y… y te comes el coche de enfrente porque Ellos no están para ese tipo de pamplinas, así que vamos a preocuparlos con lo que de verdad importa.

Hablando de coches, el quitasol del coche de un cofrade es lo más parecido a un colage capillita. No falla; da el Sol de frente, tiras para abajo del quitasol para poder conducir tranquilo y allí que se caen las dos mil millones de estampitas que has ido acumulando “esta me la dio mi primo, esta el compañero de trabajo, esto es un ticket de la zona azul, esta me la regaló mi camarero preferido, esta me la encontré en el suelo y me daba pena tirarla” . Y es que no hay mejor compañía de seguros que verlos ahí en el quitasol, cuidándonos.

¿Y las Fotos en los bares? No hay nada más confortante que entrar solo en un bar, sentarse, pedir algo (la sin alcohol y el agua con gas no lo considero “algo”) mirar la pared y ver la Foto de tu Vecino colgada en el lugar más privilegiado que un bar puede tener; la columna donde se ponen los dibujos del colegio de los hijos del camarero. Ves la Foto y te sientes como en casa, es más, te sientes mejor que en casa porque en casa no suele haber un tirador de cerveza. Y es que, querido amigo, no te fíes nunca de un bar que no tiene ninguna Foto colgada de un Vecino… algo raro tiene que tener para que después del tiempo que pasamos allí no hayan llevado ninguna.

Donde las Fotos toman toda su importancia y significado es en ese lugar donde verdaderamente hacen falta: las cabeceras de las camas de los hospitales. Allí están como nuestros médicos de cabecera perpetuos, lo ves a Él y piensas “mi Vecino siempre pendiente de mí”. Porque no hay nada más parecido a la tranquilidad del regazo de una madre que verla a Ella cerquita tuya cuando la falta de salud aprieta. Ella es la que hace que los goteros vayan a su ritmo, la cama esté menos dura, la almohada más blandita, los termómetros no pasen de 37º y sobretodo nos despertemos a la hora exacta a la que le tocaba a nuestro familiar el medicamento… que en los hospitales no existen las casualidades cuando están sus Fotos ahí, de eso estoy convencido.

Hospitales, bares, coches, carteras… estampitas y fotos de nuestros Vecinos que lo llenan todo, literalmente todo, todo, todo; el cristal de la mesilla de noche, los bolsillos de dentro de los trajes de chaqueta de los niños en las comuniones, debajo de los cojines de los sofás de las abuelas justo al lado de los envoltorios escondidos de los bombones… que no hay nada más raro en este mundo que ver a un cofrade tirando fotos, cohones, que nos cuesta trabajo hasta tirar las papeletas de Navidad aún sabiendo que no han tocado porque llevan la foto de los titulares.

Pues eso, que nunca nos falte esa Foto en la cartera, que nunca nos falte esa miradita de eternos enamorados que les echamos cada vez que los vemos. Que nunca nos falte ese apoyo y esa ayuda que nos dan con solo mirarlas, que todo tiene sentido teniéndolos a Ellos cerquita, en los sitios que sabemos que nos hacen falta para mirarlas de vez en cuando y que nos salga del alma un “GRACIAS”… y es que una Foto de Ellos puede ayudar más que mil consejos a tiempo, ¿a que sí?

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