La sentencia

​Aun cuando le leen la sentencia de muerte mira a su destino con la esperanza de que todo ha tenido sentido.

​Déjame que te cuente una pamplina que me pasó hace uno días. Andaba en un bar a esa hora donde los calentitos y el chocolate caliente son las reinas en las mesas de los bares. Pues estando haciendo el maridaje perfecto calentito-café me suelta mi compañero de manchas de aceite:

“Joselito, el Señor de la Sentencia se va riendo”

​Ole ahí: “El Señor de la Sentencia se va riendo”, no hay más que venirse de vuelta con el pulso ganado a la misma sentencia injusta.

El mundo entero cabe en esa sonrisa de ganador de la batalla. A sentencia injusta sonrisa eterna, a muerte injusta sonrisa redentora…a sentencia injusta sonrisa esperanzadora.

Los niños, siempre los niños, ven a nuestros Vecinos con otros ojos. Unos ojos con tanta pureza que no ven las injusticias del mundo, donde nosotros vemos derrotas ellos ven sonrisas, donde nosotros vemos sinrazones ellos ven veredictos de vida.

El Señor de la Sentencia se va riendo, se va riendo a subrayar nuestro destino con su propia vida…ni el mejor de los amigos. Brindo por la sonrisa del Señor de la Sentencia.

Ojalá en nuestro día a día sonriéramos con la mitad de sinceridad con la que sonríen los desterrados, los sentenciados injustamente, los olvidados, los abandonados, los que no tienen nada y lo tienen todo; siguen descorchando sonrisas.

¡SONRÍE! Hasta en la mayor de las injusticias se puede sonreír. Acabar con dignidad cuando nos la intentan arrebatar…y es que, querido amigo, ojalá pudiéramos ver nuestras sentencias diarias con los ojos de un niño.

¡VIVA EL SEÑOR DE LA SENTENCIA CARAMBA!

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