Podrá gustar más o podrá gustar menos, pero el cartel de la Semana Santa de Jerez de 2019 no es rompedor y, mucho menos, vanguardista o modernista. Leyendo días atrás si es una ‘obra de arte’ o no -un debate tan simplista como poco acertado-, deduje que quizás el cartel estuviera cumpliendo la función para la que fue concebida esta técnica publicitaria que vivió durante el siglo XIX su gran esplendor.
Este cartel pone de relieve, nunca mejor dicho, el listón de conocimiento actual del mundo cofrade con respecto a la cartelería. ¿Para qué sirve un cartel? ¿Sirve para que el ciudadano de la localidad anunciada se emocione con él? Puede, pero no es su función primordial. Su principal cometido es ser un escaparate fuera del lugar que se expone en él.
En el terreno publicitario es una campaña teaser, una serie de elementos sobre un soporte –papel en este caso– donde se ordenan en función de los intereses del creador y el mensaje que quiere transmitir. Quizás sobre él no se encuentre un mensaje explícito si no se busca el significado pero, ¿no será que el autor quiere eso? ¿Querrá acaso que las personas a las que llame la atención busquen ‘Jerez Semana Santa’ en Google o, tal vez, ‘cartel Semana Santa Jerez’? No solo puede ser, sino que es así. Una teaser de manual.
Se me ocurre una: ¿recuerdan aquella campaña de ‘Algo está pasando en Mercedes’? La firma alemana no adelantaba más que un dominio web y, poco tiempo después, terminaría presentando el cambio de diseño en toda su línea. Y consiguió generar la expectación deseada. La Semana Santa no tiene unos fines crematísticos como los de la marca automovilística pero, en la medida de sus posibilidades, debe apostar por agitar los intereses de quienes son potenciales visitantes.
Decía un amigo el otro día que habría que hacer un cartel para el cofrade y otro para el foráneo. Y puede que tenga razón, habida cuenta de los últimos acontecimientos. Porque también suscribo las palabras de Francisco Aleu en La Levantá, cuando decía aquello de que los cofrades queremos estampas en tamaño póster. El cofrade quiere un cartel, más o menos creativo, pero que muestre explícitamente su Semana Santa. La diferencia es que esta no es igual para todos y, por tanto, mi visión de la Semana Santa no guste a la mayoría.
Sobre gustos no hay nada escrito, es evidente. Podrá gustarte más o menos. Podrá no emocionarte o, como es mi caso, impactarte muy positivamente. Pero mi opinión está sesgada, porque de la disciplina en la que me gradué y de la que trabajo me impiden verlo como una obra cofradiera, sino publicitaria. Es un gran cartel. Seguimos hablando y escribiendo de él.