Hace un año los cofrades estábamos inmersos en nuestros cultos cuaresmales, ceremonias de besapiés o besamanos, cuando comenzaron a llegarnos noticias de un virus que azotaba China, Italia y que empezaba a llegar a España.
Todo parecía normal, “igualás”, ensayos, montajes y todo lo habitual en nuestras hermandades. Pero algo nos golpeó de frente y palabras como covid, coronavirus, pandemia, confinamiento llegaron a nuestras vidas, familias y casas de hermandad. Los triduos, quinarios, septenarios se quedaron montados y solos, las parihuelas en las casas de hermandad o los templos y nuestras vidas se vieron afectadas. Todos, menos los esenciales, metidos en casa en una experiencia nunca conocida por la amplia mayoría de los cofrades.
Una vez más los cofrades supimos estar a la altura de las circunstancias y a la altura de la situación, la sociedad necesitaba de Dios y de su Bendita Madre, y Ellos actuaron a través de los cofrades. Las bolsas de caridad y por ende la labor social de las hermandades dieron auxilio a miles de familias necesitadas que precisaban no solo alimentos o ayudas económicas, sino sentir que los cofrades y por tanto la Iglesia estaba con ellos. Vieron en el espíritu de los cofrades a Dios y a la Virgen y su fe en ellos se vio potenciada.
Muchas personas de esta sociedad cada vez más agnóstica pensaron que los cofrades solo jugamos a pasitos y poner imágenes en la calle. Pues mire usted por donde no solo no nos hundimos por no poder hacer estación de penitencia, sino que dimos cobertura a esa parte necesitada de la sociedad. No he visto muchas ayudas que provengan de ese lado crítico de nuestro mundo a los sectores más desfavorecidos. Criticar es fácil, trabajar y ayudar no.
Pero dejemos esa crítica, cada uno que haga lo que crea, y centrémonos en la nueva Cuaresma en la que estamos inmersos. Muchos, a estas alturas, habremos pasado el virus, otros incluso estarán vacunados, y la mayoría aún no lo habréis pasado, pero ya sabemos qué podemos y qué no podemos hacer. Los protocolos a seguir para minimizar los riesgos. Por ello, os pido que vivamos la Cuaresma que tenemos, no es la que desearíamos, pero es la que tenemos.
Así que montemos altares de cultos para mayor gloria de Dios y su Madre, asistamos a los cultos presencial o telemáticamente, vayamos a las ceremonias de veneraciones de nuestros Titulares, y recemos. Recemos por nosotros los cofrades y por los que no creen. Solo nuestra fe hará que todo esto pase y que volvamos a la normalidad cofrade.
Mientras llega, habrá que disfrutar de lo que podemos vivir, pronto llegarán otra vez esos cultos multitudinarios donde ves y hablas con amigos y hermanos que ves de tiempo en tiempo, vivir ceremonias de besapiés y besamanos, de ver esos cortejos majestuosos en las calles de nuestro Jerez, impregnarnos en las nubes de incienso, disfrutar de una “revirá” eterna, de un costero pegado a tu cara, de una marcha, de una saeta, o de una copa de vino brindando en la casa de hermandad o en un bar con amigos y hermanos en actos o previos de salida.
Pero mientras esto llega, soñemos con nuestras cofradías, y desde aquí quiero agradecer a revistas como esta, publicaciones, páginas web, programas y redes cofrades, por mantener la llama encendida. Esas noticias, videos y entrevistas hacen que los cofrades sigamos viviendo en cofrade.
Me despido de ustedes recordándoos que tengáis fe en Dios Nuestro Señor. Recemos y soñemos, no perdamos la ilusión. Más pronto que tarde volveremos.